jueves, 14 de enero de 2010

HA MUERTO ERIC ROHMER, NARRADOR CINEMATOGRÁFICO DEL ALMA FEMENINA


A mi hermano Yuge,
amante como yo del cine de Rohmer.


Ha muerto Eric Rohmer, un cineasta cuyas películas penetran silenciosamente y certeramente en nuestra psique mientras las vemos. Sobre todo ha sido un admirable narrador cinematográfico del alma femenina, aunque en dos de sus mejores películas El amor después del mediodía y Mi noche con Maud desarrolle y analice también el alma masculina que es, en el fondo, según él, mucho más simple que la femenina.


Rohmer es uno de los directores (Renoir, Fellini, Truffaut, Tati, Wenders, Jarmusch) que más han marcado mi sensibilidad y más han influido en mi visión cultural del mundo. Creo que ha representado junto a Truffaut la esencia de la Nouvelle Vague. Pero incluso su sencillo pero profundo discurso cinematográfico -si bien tal vez menos rico y entretenido- ha devenido de más calado psíquico que el de Truffaut. Sus películas más aparentemente intrascendentes, -La panadera de Monceau, Les rendez-vous de Paris, Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle y Cuento de verano- son mis favoritas, aunque también me entusiasmaron L'amour l'aprés midi, Ma nuit chez Maud y La rodilla de Clara.


Nos comprometemos, representamos e incluso desarrollamos expectativas al ver cómo se conducen los protagonistas de sus películas. Uno espera la frase que vendrá no por un asunto del ritmo o de la acción correspondiente, no por una posible revelación, ni siquiera por descubrir quién es verdaderamente ese hombre o esa mujer. Pero no hay suspense pero sí máximo interés y penetración en lo que dicen y en las inquietudes psicológicas de las criaturas de sus films. ¿Cómo lo expresa? Eric Rohmer lo hace con una infinita ternura hacia esos seres que habitan el mundo que construye.


Los cafés, las plazas, las calles, e incluso los barrios en donde se insertan, las playas, los lagos y el campo constituyen los escenarios que soportan las puestas en escena en donde se muevan los jóvenes y, sobre todo, las dulces actrices (Michéle Girardon, Haydee Politoff, Françoise Fabian, Laurence de Monaghan, Beatrice Romand, Zouzou, Amanda Langlet, Marie Riviere, Pascale Ogier, Joëlle Miquel, Anne Teyssèdre) que desfilan por sus películas. Contar quién se es y qué se quiere no requiere especiales argumentos o acciones complejas. Las posibilidades de encontrarse y buscarse las mujeres con los hombres y los hombres con las mujeres, de toparse en la calle, de sustituir la mirada por la palabra o éstas por aquellas, de ver al otro con o sin uno, todo ello constituye el mensaje y el testamento cinematográfico de Rohmer. Que las confesiones se hacen caminando juntos, y que juntos se toman las decisiones que cambian nuestra vida.


Se ha ido Eric Rohmer, pero no las imágenes de esos dos jóvenes Gaspard y Margot que hablan sin parar en una playa de la Bretaña francesa en Cuento de verano.






Publicado por Carlos d'Ors

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